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¿Cómo ayudar a los niños pequeños a enfrentar la pérdida de un ser querido?

La pérdida de un ser querido genera dolor a cualquier edad, también a los niños. La mayoría de los adultos desconocen qué hacer para ayudar a sus hijos y en ocasiones tienden a no hablar sobre la situación ni mostrar sus sentimientos.

El proceso de duelo normal puede durar entre uno a dos años, es frecuente que exista una sensación de que la persona que ha muerto está presente, así como una sensación de soledad profunda, tristeza, etc.

En los niños, existen una serie de características distintas que, dependiendo de la edad, facilitan a los familiares el abordaje de la situación.

  • En torno a los dos años el niño percibe la pérdida y sufre y pone los sentimientos en la separación, pero no puede comprender el significado de la muerte. No existe un concepto de la muerte, ésta equivale a la separación, bajo la percepción de que falta algo o alguien.
  • Entre los cuatro y los seis años, tienen una comprensión limitada de la muerte. Los pequeños, gracias a su pensamiento mágico, creen que quien muere, puede después volver a la vida. Será necesario explicarles una y otra vez lo ocurrido y lo que significa la muerte.
  • Entre los seis y los nueve años, los niños necesitan conceptualizar el hecho de la muerte; ya distinguen la fantasía de la realidad y pueden comprender la muerte y sus consecuencias.

Para que el niño entienda qué es la muerte, suele ser útil hacer referencia a los muchos momentos de la vida cotidiana donde la muerte está presente: en la naturaleza, por ejemplo cuando una planta se seca y muere o tal vez animales de compañía que han muerto. Es recomendable evitar expresiones como “se ha ido”, o no dar una explicación clara, porque se podría alimentar la idea de que va a volver.

Aunque resulte muy doloroso y difícil, es mejor hablar con los niños lo antes posible. Pasadas las primeras horas, ha de buscarse un momento y un lugar adecuado y explicarles lo ocurrido con palabras sencillas y sinceras. Señalar que todos los seres tienen que morir algún día y que le ocurre a todo el mundo, que no es culpa de nadie, sino que es algo natural, triste, pero natural.

Permitir al niño asistir y participar en el funeral o el entierro, puede ayudarle a entender el paso de la muerte e iniciar mejor el proceso de duelo. Comentarle lo que va a ver o a oír, y si los padres están demasiado afectados, puede ser conveniente que otra persona (un familiar o amigo de la familia) se ocupe de atenderle y de acompañarle durante estos actos.

Dejar que se exprese, que cuente lo que siente, recordar cosas bonitas que se han vivido y sobre todo mantenerse física y emocionalmente cerca del niño. Permitirle estar cerca, abrazarlo, escucharle, llorar con él.

No te pierdas próximamente los recursos que tendremos para ti para seguir tratando este tema en casa.